Es común escuchar “innovadoras” teorías acerca de las nuevas tecnologías y cómo desbancarán a los instrumentos clásicos; tan cotidianos como lo anterior se vuelve reflexionar al respecto e intentar visualizar de forma clara y justificada una postura.
Los beneficios del avance tecnológico son notables: rapidez, facilidad, entre otras cualidades que mejoran la calidad de vida; no obstante también es necesario identificar las características refuerzo de lo ya existentes en clasificaciones análogas.
Es probable que el desarrollo de lo analógico y lo digital radique en la posibilidad de uso, tanto en el desarrollo de comunidades, como en el refuerzo de las mismas o bien, las extensiones de uso. Los usuarios de redes sociales se comunican con amigos y conocidos que frecuentan cara a cara, la posibilidad de lo digital es ampliar dichas fronteras con gente afín a un estilo, un grupo, un gusto o la propia exclusión.
La innovación o uso de lo digital radica en la posibilidad y creatividad de cada persona y la delimitación que quiera dentro de los miles de bits. En este nuevo mundo también es necesario cuidar la magnificación de poder de lo digital.
Nacimos de lo analógico, aún hoy, las generaciones crecen con técnicas “tradicionales” de aprendizaje, de uso y de tareas; es la base del conjunto, sin base no hay altura y sin lo analógico lo digital carecería de sentido.
No es cuestión de desprestigiar lo digital, ya que modifica el uso, recrea nuevos escenarios, facilita búsquedas; la cuestión radica en no olvidar la importancia de lo analógico, su utilidad y su posición como la base de los porqués: el por qué de los usos, el por qué de las reglas y el por qué de su rompimiento.
Al tema escribe Eugenio Montejo (1938-2008), poeta y ensayista venezolano:
Alguna vez escribiré con piedras,
midiendo cada una de mis frases
por su peso, volumen, movimiento.
Estoy cansado de palabras.
No más lápiz: andamios, teodolitos,
la desnudez solar del sentimiento
tatuando en lo profundo de las rocas
su música secreta.
Dibujaré con líneas de guijarros
mi nombre, la historia de mi casa
y la memoria de aquel río
que va pasando siempre y se demora
entre mis venas como sabio arquitecto.
Con piedra viva escribiré mi canto
en arcos, puentes, dólmenes, columnas,
frente a la soledad del horizonte,
como un mapa que se abra ante los ojos
de los viajeros que no regresan nunca.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Osiris, muy bien que utilices poemas, pero lo importate es ubicar la palabar del autor. ¿QUé cambios en la forma de aprender traerá un cambio de lo analógico a lo digital? ¿Cuáles son las preocupaciones de Cassany?
ResponderEliminar