domingo, 21 de febrero de 2010

De lo analógico a lo digital

Es común escuchar “innovadoras” teorías acerca de las nuevas tecnologías y cómo desbancarán a los instrumentos clásicos; tan cotidianos como lo anterior se vuelve reflexionar al respecto e intentar visualizar de forma clara y justificada una postura.

Los beneficios del avance tecnológico son notables: rapidez, facilidad, entre otras cualidades que mejoran la calidad de vida; no obstante también es necesario identificar las características refuerzo de lo ya existentes en clasificaciones análogas.

Es probable que el desarrollo de lo analógico y lo digital radique en la posibilidad de uso, tanto en el desarrollo de comunidades, como en el refuerzo de las mismas o bien, las extensiones de uso. Los usuarios de redes sociales se comunican con amigos y conocidos que frecuentan cara a cara, la posibilidad de lo digital es ampliar dichas fronteras con gente afín a un estilo, un grupo, un gusto o la propia exclusión.

La innovación o uso de lo digital radica en la posibilidad y creatividad de cada persona y la delimitación que quiera dentro de los miles de bits. En este nuevo mundo también es necesario cuidar la magnificación de poder de lo digital.
Nacimos de lo analógico, aún hoy, las generaciones crecen con técnicas “tradicionales” de aprendizaje, de uso y de tareas; es la base del conjunto, sin base no hay altura y sin lo analógico lo digital carecería de sentido.

No es cuestión de desprestigiar lo digital, ya que modifica el uso, recrea nuevos escenarios, facilita búsquedas; la cuestión radica en no olvidar la importancia de lo analógico, su utilidad y su posición como la base de los porqués: el por qué de los usos, el por qué de las reglas y el por qué de su rompimiento.


Al tema escribe Eugenio Montejo (1938-2008), poeta y ensayista venezolano:


Alguna vez escribiré con piedras,
midiendo cada una de mis frases
por su peso, volumen, movimiento.
Estoy cansado de palabras.
No más lápiz: andamios, teodolitos,
la desnudez solar del sentimiento
tatuando en lo profundo de las rocas
su música secreta.
Dibujaré con líneas de guijarros
mi nombre, la historia de mi casa
y la memoria de aquel río
que va pasando siempre y se demora
entre mis venas como sabio arquitecto.
Con piedra viva escribiré mi canto
en arcos, puentes, dólmenes, columnas,
frente a la soledad del horizonte,
como un mapa que se abra ante los ojos
de los viajeros que no regresan nunca.

lunes, 15 de febrero de 2010

Elogio innecesario de los libros

LIBRO
hermoso,
libro,
mínimo bosque,
hoja
tras hoja,
huele
tu papel
a elemento,
eres
matutino y nocturno,
cereal,
oceánico,
en tus antiguas páginas
cazadores de osos…

Fragmento de Oda al libro del Pablo Neruda


En Elogio innecesario de los libros, Carlos Monsiváis habla de una degradación en la lectura, la sobrerrepresentación de los bestseller en las preferencias cotidianas y la consolidación de los monopolios editoriales.

Si bien no se juzga con cinismo, se intenta revelar un problema que va más allá de los gustos literarios; se trata de la modificación de toda una industria y la constante batalla contra los autores y los escritos del pensar.

¿Cuáles son los motivos por los que el libro corre riesgo? Al intentar responder dicha pregunta existen tesis aventuradas como la llamada “cultura fílmica” o “universo de la imagen”. Sin menospreciar el poder de la imagen en el mundo el libro y la imagen caminan en paralelo.

Es contrario a todo estudio de la comunicación imaginar que la televisión o el cine son verdaderas causas del abandono del libro. Soñar con aparatos malintencionados que carcomen el cerebro de los individuos con el único fin del olvido editorial sugiere una creación dramática fantástica.

Posibles motivos mejor argumentados sugieren el abandono de la lectura gracias a la brecha que existe entre la clase gobernante y los espacios necesarios para la protección de los libros. Al hablar de protección no se entiende en el término más básico; sino en la adecuada difusión, y libertad de oportunidades para una industria decadente.

El problema no radica en visualizar la importancia de los libros; sino de privilegiar lo urgente de lo importante y observar la lectura como algo no urgente.

Luego de intentar responder un primer dilema es necesario la infinita estructura ¿por qué? Por el futuro, el presente e incluso el pasado; los intentos del pasado por mejorar la educación y la calidad de vida de la humanidad.

Esto no es escandaloso; los libros ayudan en la educación, los libros abren horizontes, los libros mejoran la calidad de vida en cuanto aportan mayor alcance de visión y libertad. Alejado de lo romántico que pueda parecer, los libros invitan a más… a la comprensión.

La comprensión es la última gran falla del sistema. Si bien queda descartado la sobreposición de “los nuevos medios” sobre los libros, es real el cambio de rutinas y sobre la cotidianeidad de acciones diferentes a la lectura, se corona la falta de comprensión; la falta de utilidad.

¿Para qué leer un libro? Alarmante pregunta que cada sujeto debe responderse. Si todos cubriéramos esa duda es probable que el problema de la comprensión desaparezca y no se vea más a la lectura como una obligación.


Tal vez Neruda colabore a identificar la respuesta…

Nosotros
los poetas
caminantes
exploramos
el mundo,
en cada puerta
nos recibió la vida,
participamos
en la lucha terrestre.
Cuál fue nuestra victoria?
Un libro,
un libro lleno
de contactos humanos,
de camisas,
un libro
sin soledad, con hombres
y herramientas,
un libro
es la victoria.
Vive y cae
como todos los frutos,
no sólo tiene luz,
no sólo tiene
sombra,
se apaga,
se deshoja,
se pierde
entre las calles,
se desploma en la tierra.
Libro de poesía
de mañana,
otra vez
vuelve
a tener nieve o musgo
en tus páginas
para que las pisadas
o los ojos
vayan grabando
huellas:
de nuevo
descríbenos el mundo
los manantiales
entre la espesura,
las altas arboledas,
los planetas
polares,
y el hombre
en los caminos,
en los nuevos caminos,
avanzando
en la selva,
en el agua,
en el cielo,
en la desnuda soledad marina,
el hombre
descubriendo
los últimos secretos,
el hombre
regresando
con un libro,
el cazador de vuelta
con un libro,
el campesino arando
con un libro.